Introducción

El blog tiene la intención de esparcir conocimiento en áreas como la psicología, espiritualidad y misticismo, la información tendrá como fuente autores relacionados con las temáticas anteriormente señaladas, ademas de mi propia autoria. La finalidad no es dar información o conocimiento que yá se conoce sino contribuir con el mismo según mi propio trabajo y reflexión ,por su misma naturaleza las palabras expresadas serán de un aliento hipotético, sin fin de absolutismos ni caracteres de verdades únicas.Que este blog contribuya no solo al autoconocimiento, sino a la reflexión de cada uno de los lectores, en planos tan altos como el espiritual hasta el tan cotidiano terrenal.

lunes, 30 de enero de 2012

Tres conceptos fundamentales de la filosofía existencialista y la línea límite de la conciencia


-El Ser en sí y el Ser para sí:

En Sartre la definición de Ser en sí implica una totalidad que es acabada, que no está sujeta a cambio. Esa totalidad no requiere mas para si, ya que está completa, solo siendo.
Por su parte el Ser para sí implica un proceso de cambio y desarrollo constante, no es algo acabado. La esencia en el Ser para sí no está constituida, sino que se va construyendo a través de las experiencias.

-La responsabilidad:

Ésta implica que el hombre posee constantemente una capacidad de elegir. Ello a su vez va conformando su individualidad en el mundo, pues es el quien decide ser aquello que quiere ser, a su vez que se elige a sí mismo también va influyendo su mundo y el mundo de los hombres, otorgándole significado y sentido a este. Desde ahíel hombre debe ser conciente de lo que escoge “para si” pues no solo lo determina a él si no además su mundo. He ahí el hacerse cargo y la responsabilidad.

-Vivir en el aquí y ahora- la importancia del presente:

Su importancia radica en que el hombre al ir constituyéndose a partir de sus elecciones, lo hace consciente de sí mismo en el momento presente, reconoce que lo que toma para si, ahora irá constituyendo su esencia como ser humano. Actuar en el aquí y ahora surge como una necesidad de tomar conciente de mis elecciones.


La línea limítrofe y los conceptos fundamentales del existencialismo

Es una demarcación o más bien un conjunto de demarcaciones que va definir mis límites en lo que soy y no soy. Esta línea va a marcar principalmente una frontera entre mi persona o mejor dicho mi identidad y la realidad externa, es decir, hasta donde abarca mi identidad en relación con el mundo.
El pretender ser algo antes de ser – en – el- mundo (es decir, antes de vivir en mis experiencias y desde el actuar decidir quien soy) nos limita y nos predefine, es poner antes la esencia y luego la existencia.
El existencialismo nos dice que nuestra posibilidad de elegir a pesar de vivir en la angustia de la existencia nos hace libres y que es imposible no elegir. Es importante reconocer nuestras elecciones ya que ellas mismas han definido nuestra identidad actual y no solo eso, sino además al hacer elecciones también estaremos definiendo y creando humanidad. Debido a que nuestras elecciones influyen en todo en cuanto nos rodea, de ahí que tomar conciencia de ello y la responsabilidad que implica sea un estar con otros.
Aquí entra la línea limítrofe dando cuenta de cuan importante es definir lo que soy y lo que no soy; y que tal vez esta línea se hace mas delgada en el momento constante en que elijo e influyo a otros de forma conciente.

Cada cual elige lo que quiere para si mismo.

jueves, 12 de enero de 2012

Sobre el cambio en psicoterapia, perspectivas vinculares y dialécticas.


Desde un comienzo se ha explicitado por diversos autores y diversas corrientes psicológicas las dificultades que se encuentran a la hora de definir y alcanzar un consenso teórico-práctico con respecto a que es el cambio en el proceso de psicoterapia. Este, a partir de consideraciones generales ha alcanzado posibles acercamientos a definiciones que aclaran este difuso concepto.
Desde una perspectiva académica se nos ha definido de esta forma: “En psicoterapia, es una alteración cuantitativa o cualitativa de uno o varios aspectos de la persona en el contexto de sus relaciones consigo misma, con otros y con el mundo. Por lo tanto su dimensión central es la ampliación de posibilidades de experiencia o mundo experiencial.”

Al ser definido de esta forma, el cambio en psicoterapia pasaría a conformar una instancia en donde el componente principal es el estar en relación y que solo bajo esta circunstancia se es capaz de ampliar estas posibilidades de experiencia y que además, agregamos es fundamental definir al cambio como un proceso, el cual requiere de una necesaria continuidad en el tiempo.

Pero ¿Que es esto de estar en relación?

Dentro del contexto psicoterapéutico, sobre todo en las teorías freudianas, la relación paciente-terapeuta estaba limitada a la escucha, observación e interpretación de los contenidos del paciente por parte del terapeuta y a la evocación de recuerdos, sensaciones, emociones y pensamientos por parte del paciente.
El terapeuta se definía metafóricamente como una especie de recipiente o maquinaria en donde se deposita el material terapéutico y este, sin perturbación alguna puede dar su interpretación al que está en aquel diván.
Este tipo de relación está estructurada en su base (o en algún punto pensada) de manera unilateral, en donde el terapeuta, al parecer, se demuestra experto e intocable con lo que le sucede al otro, por lo tanto se sabe en las mejores condiciones para dar sus interpretaciones.
La dialéctica, (como proceso intersubjetivo) en este tipo de estar- con- un- otro adopta características epistemológicas particulares a partir de la mirada y el enfoque que adopta el terapeuta en relación a su paciente y que tiñe las posibilidades de interacción de una forma particular, dicho de otra manera limita la mirada terapéutica y por lo tanto su abordaje en la práctica clínica, asunto no menor si tomamos conciencia del impacto y de los elementos que están puestos en juego en las intervenciones psicoterapéuticas que de una u otra forma impactarán de manera particular a los pacientes.


Al respecto, el cambio, entonces es dado desde esta perspectiva, en una dialéctica que es referida en un contexto de paciente enfermo e ignorante de si mismo y un terapeuta omnipotente, conocedor y experto.

C.G. Jung por su parte, fue uno de los primeros en cuestionar esta postura unilateral y omnipotencia de la práctica psicoanalítica, sin embargo reconoce al igual que la perspectiva freudiana el contexto dialéctico en que se produce el cambio, pero a diferencia de las posturas freudianas acerca de lo que sucede en ese “estar”, la dialéctica en cuanto proceso psíquico dinámico, adopta un cambio significativo en la manera de percibir el estar en relación y lo define como una interacción entre dos sistemas psíquicos. (Jung, 2006).
Este cambio en la percepción de lo que sucede por ejemplo en la práctica clínica se puede ver graficado en lo que Jung denomino el Campo Transformativo:



Aquí podemos observar que tanto la conciencia del terapeuta (CC. T) esta en una relación directa con la conciencia del paciente (CC. P) y en esta dimensión cabe todo contenido verbal o corporal que es percibido tanto por terapeuta y paciente de manera evidente o conciente, es decir, “a” .
Pero además se agregan otras dimensiones de interacción, de las cuales “b” implica todo contenido que va desde la conciencia del terapeuta hacia su propio inconsciente y viceversa, como por ejemplo sus propios sueños y fantasías, lo mismo está presente en el paciente, esta relación conciencia – inconsciente y sus respectivos símbolos e imágenes que desarrollan una relación o compensación.
En tercera instancia encontramos “c” lo que da cuenta que en la relación terapéutica suceden cosas que ni paciente ni terapeuta alcanzan a llevar a la conciencia pues este se sitúa en un nivel mas profundo y sutil.

Y la perspectiva o nivel “d” es lo que creemos es fundamental en la diferenciación dialéctica establecida por Jung a diferencia de la dialéctica freudiana. Aquí se señala una interacción en donde el paciente es capaz de ser conciente de aspectos inconscientes del terapeuta y que este ultimo en alguna instancia aun no es capaz de percibir de si mismo (o por lo menos no se da cuenta que lo está manifestando) y al contrario, sucede lo mismo con el terapeuta en donde este da cuenta de contenidos inconscientes que el paciente no reconoce en si mismo.
Así la dinámica entre “b” - “d” y “c” en relación al terapeuta puede dar cuenta de lo que ocurre psíquicamente en la contratransferencia en donde aspectos inconscientes del paciente se relacionan inconscientemente con los del terapeuta, pero que pueden alcanzar la conciencia de este, trabajo que es indispensable desarrolle este último en un trabajo psicoterapéutico.
Por su parte las “b” – “d” y “c” del paciente constituyen la Transferencia en donde este tiende a repetir las dinámicas vinculares reiteradas de su pasado con el terapeuta y que es trabajo de este mismo ayudar a llevar a la conciencia del paciente.

Desde esta perspectiva, esta diferenciación produce una expansión en las consideraciones y percepciones de lo que el psicoanálisis tiene en cuenta de lo que es posible de ocurrir en psicoterapia, al parecer son muchos mas factores los que estarían influenciando el cambio en la práctica clínica. Cabe preguntarse entonces ¿Es realmente posible un terapeuta que no se vea afectado en algún nivel por lo que le pasa a cada paciente que entra consigo a terapia? y por lo tanto, si cambia un sistema psíquico a través de la llamada dialéctica, recordemos la definición de Jung, en tanto que interacción entre dos sistemas psíquicos. ¿Podría no verse afectado el funcionamiento psíquico del terapeuta?.
A partir de lo ejemplificado en el campo transformativo comenzamos a preveer las diferencias fundamentales surgidas en la manera de percibir la psicoterapia, y por ende los factores que influencian el cambio.
Primero que todo, al definirse como interacción entre 2 sistemas psíquicos, estamos describiendo una situación en donde ninguno de los dos sujetos queda exento de ser afectado, pues el estar en este tipo de relación (que ya no es solo física, sino además psíquica) las fronteras (aparentemente) establecidas por el psicoanalista, se diluyen y queda inmerso y vulnerable a las influencias psicológicas de la situación terapéutica.
Por lo tanto la relación en psicoterapia ya no estará limitada sobre lo que le pasa al paciente en si mismo, sino, además en gran parte a lo que me pasa a mi con respecto a él y a él con respecto a mi.
Desde estas consideraciones vamos viendo como el proceso en psicoterapia se complejiza mas y el cambio abarca mayores dimensiones de las que creíamos posibles.

Sin duda representa sino una amenaza y/o un riesgo para el terapeuta, ¿Por qué entonces se utiliza este método dialéctico?

En primera instancia o vulgarmente se cree que lo dialéctico es simplemente un método utilizado a través de la palabra y que el intercambio de aspectos concientes e inconscientes se realiza principalmente a través de esta. Sin embargo la práctica clínica enseña, que el cuerpo tiene mucho que contar, junto con posturas, gestos voluntarios e involuntarios (en su mayoría) entre otras manifestaciones, por ende al tomar en cuenta al cuerpo dentro de esta comunicación, extendemos la importancia de lo que ocurre “entre nos” en el proceso Dialéctico y este no solo se expande a las “curas por el habla” sino a toda posible técnica e intervención que tenga como principio abarcar en grado profundo o significativo aspectos individuales del paciente.
Hay técnicas que remiten a solucionar aspectos particulares, a complicaciones específicas las cuales son válidas a partir de lo que el paciente estipula como necesario trabajar, para ello la intervención dialéctica puede ser reemplazada por intervenciones más superficiales y de poca duración.
El terapeuta puede hacer uso de procedimientos más “mecánicos” y automáticos para su tratamiento, que en rigor son complicaciones menos rigurosas y más “superficiales” en cuanto no requieren profundo examen de la realidad o historia del paciente. Sin embargo un estudio profundo en psicoterapia implicará tomar en cuenta aspectos únicos e individuales del paciente que no se pueden pasar por alto y que por lo tanto la relación paciente-terapeuta se hace necesariamente un proceso dialéctico (Jung, 2006).

Esto implica que en el proceso dialéctico de una psicoterapia es fundamental reconocer la complejidad y la diversidad de los procesos psíquicos de cada paciente lo que se traduce en la capacidad de lograr ser El mismo, de manera que “la cura” y/o el cambio sean gradualmente posibilitados por el propio proceso del individuo y claro está, que, desde esta perspectiva, la transformación del paciente en cuanto a cura va a estar determinada no solo por el mismo, sino aspectos o contenidos que escapan, de manera significativa, al acontecer conciente de ambos, paciente y terapeuta.

Entonces el cambio estaría posibilitado en primera instancia por lo que el paciente desea trabajar y hacer por si mismo (esto considerando aquello que sabe o que no sabe de si mismo o aquello que lo impulsa a la transformación).

Pero aquí nos encontramos con otra dificultad teórica. Si el paciente no sabe que es lo que lo impulsa a cambiar y tampoco sabe en que momento llega a convertirse en lo que propiamente es. ¿Qué determina la conclusión de su cambio, transformación o cura en el proceso psicoterapéutico?

Volvemos entonces a lo que el procedimiento dialéctico nos puede entregar al respecto.
Como lo dialéctico se realiza desde una fenomenología acerca de lo observado, en este caso, del paciente, de sus procesos, este deja fuera de si cualquier prejuicio y dirección que pueda pretender dar el terapeuta. El proceso responde simplemente a lo que el paciente quiere para si. Esto se puede ver retratado en casos en que la persona posee ya una marcada individualidad y define su transformación como un costo excesivo para su personalidad (Jung, 2006), al terapeuta no le quedaría más que retirarse y no forzar una transformación o un cambio, así posibilita la apertura creativa al proceso de individuación.

Este proceso de cambio espontáneo y natural denominado por Jung como individuación es percibido por los pacientes por ejemplo como influjos de imágenes que surgen principalmente en el ámbito onírico de manera espontánea y la capacidad de restitución compensatoria entre lo conciente y lo inconsciente permite un conocimiento mas acabado de sí mismo abarcando su totalidad.

Por ello, la individuación desde este punto de vista resulta ser la tendencia innata de la psique para alcanzar la totalidad.



Bibliografía

-Jung C.G. (2006), La práctica de la psicoterapia, Cap. II consideraciones de principio acerca de la psicoterapia práctica, en obra completa Vol.16, Madrid: Trotta.

-Sassenfeld A. (2010) cátedra psicología clínica, “Perspectivas sobre el cambio en psicoterapia”, Universidad del pacifico, Santiago de Chile.

-Banderas, F. (2009) Cátedra psicología de la comunicación, “El campo Transformativo” en clase “El símbolo y Paradoja”. Universidad del Pacífico. Santiago de Chile.

martes, 10 de enero de 2012

Reseña Hermetismo y Alquimia


Es verdad que hoy en día la tarea de aquellos que buscan aproximarse a una doctrina o a un ejercicio serio de transformación interior, se ven limitados en la forma en que se expresan las experiencias y los símbolos. Tal como nos expresa Wirth (2005) ha resultado en un descrédito de las antiguas doctrinas como la alquimia, ya que se ha ido perdiendo la comunicación y el entendimiento del lenguaje con que lo espiritual o a lo que el mundo interno anímico se refiere, suele aparecer a la conciencia.

Así para poder comprender estos principios y dinámicas de transformación los antiguos hermetistas tuvieron que necesaria mente recurrir a ciertas alegorías y símbolos para darse a entender. De modo que se hace estrictamente necesario comprender ciertos símbolos para poder acceder al conocimiento espiritual profundo. De esta forma el conocimiento de lo sagrado se protege a sí mismo, debido a que ciertos símbolos solo estarán disponibles en su total manifestación para solo aquellos cuya conciencia permanezca preparada y cuyo corazón permita ser fiel depositario de la verdad y amor. Simbolizado por aquella llama que aquellos altísimos iniciados destacan en su libro - el kybalion.

Los tres Principios

En el hermetismo encontramos el principio primordial que da origen a toda cosa en la creación. Ellos lo llaman la Lux Infinitum o lo que en su correspondencia los cabalistas llaman el Aor Ensoph (Ain Soph).
Esta luz infinita yace en cada una de las cosas, aunque le corresponde a cada uno ir reconociendo, o en lenguaje psicológico, ir haciendo más conciente.

Este centro (la fuente de toda existencia) se revelaría como un fuego interno, lo que los alquimistas denominarían su Azufre, y tiene una naturaleza expansiva. Sin embargo este principio lumínico además se manifestaría de forma externa, el cual está constantemente influenciando al centro, esta sustancia se reconoce con el nombre del mercurio.
Ambos principios, es decir, el azufre que es lo que sale y el mercurio, lo que entra, necesitan de un tercer elemento que los sostenga, equilibre y contenga. Hablamos de la Sal.



Estos tres aspectos o manifestaciones del principio primordial, se encuentran en todas y cada una de las cosas.
El mercurio también recibe el nombre de AZOTH de los sabios ya que en él está contenido todo el origen. Este acrónimo hace referencia a la primera y última letra de los principales alfabetos utilizados por los hermetistas. Encontramos la “A” tanto de los latinos como la alpha de los griegos y la Aleph de los hebreos. La ultima letra de los latinos en la “Z”, la “O” en la Omega de los griegos, y la “TH” en la Thau de los hebreos. Así se completa y cierra un ciclo con la palabra AZOTH.

Al Azufre le corresponden cualidades masculinas como la energía expansiva, el coraje, atrevimiento, audacia, liderazgo. El crea, inventa y otorga.

Al Mercurio corresponden virtudes complementarias como lo femenino, la calma, el retraimiento y la resignación. El adivina, siente, ensueña, imagina y comprende. Desde la alquimia el mercurio es reconocido como dueño de todos los contenidos primordiales, en psicología analítica el inconsciente colectivo es contenedor de todas las experiencias y conocimientos de la psique humana.

La Sal por su parte, siendo el equilibrio de estas 2 polaridades, es la estabilidad, el medio conciliador, y por ende, el símbolo de la sabiduría, se dice de ella. Es por correspondencia aquello que en el ser humano, se encuentra en el medio (no en el centro), entre el alma del individuo y el espíritu colectivo, de ahí su característica mediadora y de la cual el adepto debe hacerse completo cargo, puliéndola, purificándola en la putrefactio, separando la innecesario de lo esencial.

Debido a que todo proviene del gran Todo, el ser humano debe trabajar y buscar unirse a la fuente y al creador de todas las cosas. En ello está el papel de la purificación de la sal alquímica. Preparar a la personalidad, su permeabilidad ante aspectos más esenciales, puros y espirituales del Ser.
Así podemos obtener que un azufre armonizado por una sal purificada en mercurio. Es un querer particular en armonía con un plan superior, por medio de un yo equilibrado y elevado.

Nos encontramos entonces que desde esta perspectiva, el trabajo de la individualidad es realizar una alianza, armonizando la propia vida del Ser interior con los aspectos terrenales del mundo exterior. Lo que los alquimistas llamarían sublimar la materia prima, espiritualizarla, elevarla de modo que el alma individual pueda abrirse paso en una conciencia cada vez menos egoica, y así alcanzar la llamada reintegración occidental, el nirvana budista y la iluminación indu, en el gran Todo.

Referencias

-Wirth, O. (2005) Teoría y Símbolos de la Filosofía Hermética, Traducción del francés y resumen de Ismael Berroeta. Disponible en Ebook: http://eruizf.com/biblioteca/martinistas/oswald_wirth/oswald_wirth_teoria_y_simboloss_de_la_filosofia_hermetica.pdf