Introducción

El blog tiene la intención de esparcir conocimiento en áreas como la psicología, espiritualidad y misticismo, la información tendrá como fuente autores relacionados con las temáticas anteriormente señaladas, ademas de mi propia autoria. La finalidad no es dar información o conocimiento que yá se conoce sino contribuir con el mismo según mi propio trabajo y reflexión ,por su misma naturaleza las palabras expresadas serán de un aliento hipotético, sin fin de absolutismos ni caracteres de verdades únicas.Que este blog contribuya no solo al autoconocimiento, sino a la reflexión de cada uno de los lectores, en planos tan altos como el espiritual hasta el tan cotidiano terrenal.

martes, 13 de octubre de 2015

El proceso de individuación en la primera y segunda mitad de la vida. Totalidad, mitos y alquimia.



En la primera mitad de la vida, la individuación se caracteriza por promover en el individuo una adecuada adaptación al mundo. Esto implica en primer lugar que el proceso comience con una dependencia total hacia la matriz poco diferenciada entre el yo – no yo.
En el caso del infante este permanece en un estado de indiferenciación con el cuidador, lo cual es necesaria para su sobrevivencia al poder satisfacer de esta manera sus necesidades primarias. Sin embargo, posteriormente el infante requiere gradualmente generar una diferenciación de ese estado llamado Urobórico. Por lo cual en esta etapa requiere de una gradual separación con la madre o el cuidador primario. Posteriormente se va conformando en forma reiterada una mayor diferenciación, lo cual genera el emerger de un estado de conciencia mayor, pero no totalmente individualizado.
Solo en una tercera etapa del proceso de individuación, cuando el ego logra consolidar su autonomía, es que surge conciencia. Cuando esto sucede, la realidad se parcializa al menos en dos polaridades, es una función mayormente patriarcal en que se posibilita la separación de la anterior etapa donde primaban funciones maternas.
En esta instancia quisiera hacer hincapié en la palabra función, ya que son justamente equivalentes a la forma de operar de características psíquicas entre polaridades, que sirve para designar experiencias que responden a maneras de expresarse lo anímico, y por ello no responden necesariamente a funciones estrictamente determinadas por el sexo o el género, es decir, lo masculino y lo femenino, sino más bien a expresiones de la psique que están más o menos desarrolladas tanto en hombres como en mujeres. Por ejemplo la característica de contención y nutrición pueden ser otorgadas tanto por un hombre/padre como de una mujer/mamá pero que sin embargo responden a experiencias arquetípicamente asociadas a lo materno, vuelvo a reiterar, como función psíquica, pero que pueden ser ejercidas tanto por un hombre como de una mujer.

En una segunda etapa o mitad de la vida, el proceso de individuación ya no solo es lograr una adecuada adaptación al mundo, a partir de un ego y conciencia diferenciada. En esta etapa lo primordial es el recogimiento de las experiencias pasadas y el contacto con procesos mayormente internos del individuo. Hay una búsqueda del establecimiento relacional desde la alteridad, el contacto con la parte contrasexual, el ánima en el caso de los hombres y animus en el caso de las mujeres.
Esto también implica el contacto con aspectos no reconocidos de la propia psique, es decir, el enfrentar la sombra y la relación más estrecha con lo inconsciente. Esto implica la aceptación de que el ego no es ya el centro de la personalidad, sino más bien comienza una apertura hacia la aceptación o confrontación con una instancia autónoma respecto al yo, que conecta con lo numinoso. En esta segunda etapa del proceso prima entonces el mundo interno de la persona que debe ser rescatado de lo inconsciente. Esto en muchos casos implica la confrontación con aspectos que no se ha querido aceptar de sí mismos y que forman parte de la personalidad de la persona, pero que ha debido en la primera etapa de la vida ser relegados para promover una mayor adaptación al mundo, sin embargo, en esta etapa ya no se requiere solo una adecuada adaptación, sino más bien descubrir aspectos de la propia psique que no han sido desarrollados o que no se han aceptado por el carácter de incongruencia con la propia identidad. El descubrimiento de estos aspectos individuales, más allá de los roles sociales, permite el contacto con una fuente numinosa, que forma parte de sí mismo, pero que lo trasciende, el contacto con esta parte de la psique, no es subyugada a la voluntad del yo, sino que es por completo autónoma de este, lo que permite el contacto con “lo otro”, el Self. Este también entrega la sensación de totalidad, en el sentido propio de que la persona ya no se siente el centro de sí mismo, el yo no es la totalidad sino solo una parte de sí, lo que permite dejar espacio a que el Self se manifieste en cooperación con el yo del individuo, esto permite una mayor integración entre el ego y el Self, por lo cual en esta segunda mitad del proceso de individuación, el individuo no queda subyugado a las fuerzas del inconsciente, sino más bien con mayor conciencia puede hacer un trabajo en colaboración con este, así frente a dificultades de la propia vida, puede hacerse con mayor entendimiento y aceptación lo que el Self sugiere para la continuación del desarrollo. Por ello que en esta última etapa, se activaría el arquetipo del viejo sabio, en tanto mantiene comunicación directa con aspectos numinosos de la psique y a la vez mantiene una adecuada adaptación y colaboración incondicional con el mundo. Esta es la integración que genera la individuación.
 A esta experiencia Jung llamo el encuentro con el Self, en que el yo comienza a cooperar en conjunto con el Self hacia la búsqueda de la totalidad, la completitud de la psique.

“Es el viejo juego del martillo y el yunque. El hierro que surge entre ambos es forjado hasta dar una totalidad indestructible: el “individuo””

Con esta frase, Jung hace alusión al proceso dialectico entre la conciencia y lo inconsciente. En primera instancia la confrontación entre ambas instancias psíquicas es propiamente tal una tensión entre ambos pares de opuestos, lo que la conciencia desea es muchas veces y en primera instancia (sobre todo en la primera etapa del proceso de individuación) una actitud mayormente unilateral con respecto a lo inconsciente, esto en rigor debe ser así, para promover una separación con esta instancia. Sin embargo el choque entre estas instancias (conciencia e inconsciente) y la tensión que se genera entre ambas fomentan el desarrollo a través de la generación de un tercer aspecto que permite compensar ambas actitudes. Este tercer elemento, actitud o como se quiera llamarle, permite no solo disminuir la tensión, sino además permitir la unificación conciencia e inconsciente, y de esta forma la psique del individuo se vuelve una totalidad, en el sentido de que son considerados los contenidos tanto de la conciencia como del inconsciente y no la inclinación por una u otra actitud. El individuo por lo tanto, TOTAL, implica una relación dialéctica entre ambas instancias, de forma constructiva y no segregada, dividida, fragmentada o disociada, sino más bien ser individuo implica integración de ambos aspectos psíquicos que conllevan tanto lo colectivo como lo individual.

Este proceso puede verse reflejado a través del  mitologema de Frobenius.


Este mitologema puede ser interpretado como la necesidad del individuo de sumergirse en lo inconsciente, desde donde requiere contactarse con contenidos que ahí se encuentran para poder retomar el desarrollo, esto implica el contacto con el Self desde donde el individuo recibe los símbolos necesarios para poder desarrollar una nueva actitud de la conciencia frente a algún conflicto. El sumergirse en el inconsciente además implica un conjunto de dificultades que la persona comienza a vivenciar, por el contacto de aspectos no considerados con anterioridad, por lo cual su resolución implica una revivencias de esas etapas, lo cual concluye con la persona, o el héroe en el caso de los mitos, transformado, símbolo en el mito de la calvicie posiblemente asociada a la pérdida de cabello con el paso del tiempo.
Por otra parte podríamos encontrar este mito reflejado en los ciclos naturaleza: de noche, (introducción a lo inconsciente) y el día momento donde prima la conciencia (ningún día es igual al anterior, lo que implica un cambio en la actitud para enfrentar la realidad).

La comprensión de la alquimia contribuyó al desarrollo del pensamiento de Jung.

Me parece que la alquimia posibilito que Jung pudiese hacer paralelos entre aquellos hallazgos que dentro del campo de lo psíquico había desarrollado en el trabajo de psicoterapia y se encontró con que las imágenes internas de los alquimistas hacían alusión a aspectos semejantes que Jung encontraba en sus pacientes. Con el estudio de la alquimia, Jung pudo comprender de qué forma se comporta lo inconsciente y de qué forma poder relacionarse con este de una forma cooperadora. El dialogo con las imágenes inconscientes, era una actividad muy practicada por los alquimistas a través de una especie de meditación. Jung más tarde al practicar esto se dio cuenta de la autonomía de lo inconsciente y del lugar en que queda la conciencia frente a estos contenidos. Si bien en la alquimia estas imágenes eran alegorías animalescas, Jung llevo esto al campo de lo inconsciente histórico subjetivo e ideó a través de esta técnica una forma de extraer el significado de los sueños a través de lo que llamo su imaginación activa. La alquimia en definitiva, contribuyo en Jung una forma de comprensión mayor acerca de cómo se comporta lo inconsciente y como ciertas imágenes que surgen en este hacen alusión no solo a elementos individuales del sujeto, sino además de aspectos colectivos que llamó arquetípicos ya que se presentan en diversos individuos y culturas. Por otra parte, la alquimia ayudo a comprender cierta estructura de la psique, que tanto el con sus investigaciones en el campo de la mitología como la alquimia y estudios de sus pacientes, hizo paralelos con alegorías químicas y lo que los alquimistas vivenciaban interiormente en su proceso de transformación anímica a medida que transformaban los metales. Como el contacto con algo incorruptible o el oro alquímico, lo cual suponía el contacto con el Self en Jung, las figuras animalescas como compendio de complejos en la psicología analítica, etc.
Por lo tanto la comprensión de la alquimia me parece, posibilito que Jung pudiese extraer formas de relación con lo inconsciente y la comprensión en cómo se comporta este, por ende, cual es el sentido de su papel para la psique.

¿Qué función cumplen los mitos?

Los mitos cumplen la función de entregar a la psique un camino por el cual desenvolverse y guiarse, una especie de mapa psíquico en donde están reflejados comportamientos, valores, dificultades, temores, crisis, etc., de un colectivo. Tienen la función además, de compensar la actitud de la conciencia colectiva.
Por ende, los mitos entregan sentido a la forma de vivir de un pueblo o comunidad, sentido de pertenencia y comprensión acerca de la realidad y de la relación del hombre con su entorno. Permite al ser humano y su colectivo darle significado y comprensión a aspectos de la naturaleza y a hechos existenciales, que sin mito los individuos acaecerían en una falta de sentido. Por otra parte los mitos permiten mantener la identidad de un grupo, conectarse con lo numinoso en tanto crea imágenes que permiten contactarse con lo sagrado y así que los individuos integren en su propia psique esas imágenes, de las cuales si el hombre carece, las reemplaza con otras las cuales no siempre pueden permitir facilitar su propio proceso de individuación.

miércoles, 22 de abril de 2015

LA PSICOLOGÍA ANALÍTICA JUNGUIANA Y EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD




Una de las consideraciones más esclarecedoras respecto a la teoría junguiana y el desarrollo de la personalidad, es que esta comienza por ser definida en términos de metas, apuntando, según la etapa del desarrollo en que se encuentra el individuo al logro de ciertas funciones.
Dentro del desarrollo de la vida de un individuo, Jung separó ésta en un primer y segundo momento.

Dentro de la primera mitad de la vida, esta debía apuntar a la resolución de problemáticas biológicas, psicológicas y sociales, por lo tanto, el trabajo psicológico apuntará hacia el manejo de los impulsos, los deseos sexuales, las sensaciones, entre otras manifestación psicosomáticas.
Dentro de esta primera etapa, el desarrollo impone a la conciencia una cierta direccionalidad o movimiento que va desde adentro hacia afuera del individuo. Por ello, en una primera etapa el niño o adolescente tiene que adaptarse al mundo, es decir, cumplir con demandas de este, realizando conexiones entre lo que dentro de su personalidad exige y lo que su contexto exterior va imponiendo mientras se va desarrollando.
Por lo tanto se trata de un progresivo desarrollo psíquico y equivale a la expansión o ampliación de la conciencia, la cual se desarrolla en forma de diferenciación de ciertas funciones (Jung, en Sassenfeld, 2012a, p.5). Es un proceso guiado por la tendencia intrínseca y espontánea hacia la actualización de potencialidades latentes del organismo y con intenciones orientadas hacia el proceso de individuación.

Así observamos una cierta tendencia en la primera mitad de la vida a la unilateralidad de la psique y la fundamental importancia del desarrollo del Yo, para establecer y poder lograr un óptimo desarrollo de la personalidad. En la primera mitad de la vida se desarrollan más funciones que otras, existe una necesidad de adaptación externa. Al respecto, Sassenfeld (2012b) destaca la particularidad de este periodo, en donde lo primordial recae en la necesaria adaptación al mundo, lo cual impone a la conciencia una direccionalidad que va desde adentro hacia afuera. Esto se verá reflejado en que la tarea principal del infante en esta etapa, es la necesaria diferenciación de su conciencia  de la de sus cuidadores.
En este sentido, Sidoli (1984) siguiendo a Fordham manifiesta que el infante “es principalmente inconsciente en estas tempranas etapas de vida, pero no totalmente inconsciente, a menudo en los estados de identidad, pero no todo el tiempo” (p. 140). Este ir y venir entre estados de conciencia e inconsciencia que manifiesta la autora, tendría la función de que el infante vaya conociendo activamente los estados emocionales de la madre.

Considerando lo anterior, podemos comprender el desarrollo como un proceso a lo largo de la maduración del individuo en donde este va sobrepasando ciertas etapas y por ende las problemáticas o trastornos psicológicos serán entendidos como resultado de procesos del desarrollo que no fluyen con naturalidad. Los síntomas desde esta perspectiva vendrían siendo sustitutos de procesos “estancados” necesarios para la individuación y que el paciente ha tratado de evitar (Hall, 1986, en Sassenfeld, 2012). Desde esta perspectiva, los síntomas son necesarios y la neurosis se configura como algo que forma parte del desarrollo normal, dado que la inevitable unilateralidad de la psiquis en los primeros años de vida trae como consecuencias una disociación de la personalidad.
Otro punto importante a destacar, es que Jung no solo se dio cuenta que lo inconsciente posee una parte que ha sido reprimida o disociada de la conciencia por su carácter de incompatibilidad con esta, debido principalmente a vivencias intensamente cargadas de emoción (Kalsched, 1998; Sassenfeld, 2007; Stein, 2004), sino que además posee contenidos que nunca han llegado a ser conscientes. A estos contenidos Jung (2004) denominó como arquetípicos,  provenientes de una parte del inconsciente, que a diferencia del inconsciente personal donde se hallarían los complejos personales (partes del psiquismo subjetivo), estos pertenecen a un inconsciente colectivo y por ende comunes a toda la humanidad.
El carácter colectivo de los arquetipos no quiere decir que estos representen lo mismo para un conjunto de individuos, el arquetipo es el mismo, pero el significado para cada imagen arquetípica (representación subjetiva que cada sujeto posee) va a variar según la propia historia del individuo y que va a dotar a cierta imagen, una valoración conforme su propia experiencia de vida. A partir de ello “entenderemos que los símbolos que encarnan estos arquetipos, se llaman arquetípicos” (Carrasco,  2007,p.81).

Así entenderemos que estas pautas arquetípicas y su interacción con el ambiente, así como la asimilación e integración de los elementos inconscientes en la estructuración de la personalidad; son denominadas “intenciones arquetípicas” (Stevens, 1990, en Sassenfeld, 2012) o “personalización secundaria” (Neumann, 1949a, 1949b en Sassenfeld, 2012); Se trata de vivencias arquetípicas  que terminan por convertirse en la estructura y dinámica de la psique. Los padres aparecen como las principales figuras representativas en la primera infancia de arquetipos influyentes en la psique del niño, para con el tiempo ir creando su imagen individual en el complejo materno y paterno, y la posterior  formación de las instancias psíquicas: máscara-sombra, anima-animus como mapa intra-psíquico de las dinámicas del ser humano en formación.
La relevancia de estas consideraciones dan cuenta de un modelo fundamentalmente más amplio y abarcador. Es habitual encontrar teorías del desarrollo de la personalidad que se estructuran en etapas o ciclos, pero lo que no es habitual (y particular de esta teoría) es la definición de personalidad que propone Jung, la cual pone en un lugar predominante la participación del inconsciente en los primeros años de vida y en la configuración de la personalidad. Por lo tanto, la infancia se posiciona como rectora del destino de la persona:

“La infinitud del alma infantil preconsciente desaparece o se conserva con ella. Por tanto, los restos del alma infantil en el adulto son lo mejor y lo peor de él, y en todo caso forman el spiritus rector secreto de nuestras acciones y nuestro destino más significativo, ya seamos conscientes o no de esto.”  (Jung, 1910, p 44)
Vale aclarar que por destino se entiende,

un factor irracional que impele fatalmente a la emancipación del rebaño (…) la auténtica personalidad siempre tiene un destino, cree en él, lo venera como a un Dios (…) tener un destino significa, en sentido primitivo, ser llamado por una voz.” (Jung, 1940, p.170)

Por otra parte, en cuanto a significación teórica, resaltan los conceptos de pautas de desarrollo arquetípicas innatas, que lejos de concebirse como estereotipadas, más bien nos habla de “estructuras arquetípicas de la conciencia que son al mismo tiempo universales en sus formas y fundamentales y únicas en sus manifestaciones individuales” (Stevens, 1990, en Sassenfeld, 2012, p.5). Para Jung  la personalidad es la principal colaboradora  en el camino hacia la totalidad, y el despliegue de la personalidad, cuenta no solo con funciones específicas de la conciencia, sino también con una naturaleza intrínseca, auto-actualizante y arquetípica que nos brinda las pautas para un desarrollo y despliegue total del ser humano. Al hablar de despliegue total hablamos de la máxima posibilidad de autenticidad de la personalidad con intenciones hacia la individuación. “Personalidad equivale a decir suprema realización del carácter ingénito de determinado ser viviente” (Jung, 1940, p.164)

En relación a la relevancia clínica el aporte más importante está dado por una concepción de que los cuadros clínicos desde el punto de vista analítico, son una llamada de “alerta”, ya que los síntomas neuróticos o psicóticos podrían estar indicando la sustitución de un paso necesario para la individuación que el paciente ha tratado de evitar (Hall 1983, en Sassenfeld, 2012, p.38); un sistema psíquico auto-regulador que se activa cuando las “intenciones arquetípicas” se ven frustradas, lo cual significa tanto desde la perspectiva del terapeuta como del paciente, la confianza en un proceso que es natural y que colabora con las propias tareas evolutivas del niño y del adulto que en realidad no es más que “un niño eterno que sigue formándose, que nunca estará terminado y que necesita constante cuidado, atención y educación.” (Jung, 1940, p.162)

Por otra parte, esta concepción del desarrollo de la primera mitad de la vida apunta a una especial atención a lo intra-psíquico  y a las configuraciones de un psiquismo, que aunque dinámico, asentará las bases para todo desarrollo posterior. Por lo tanto, la comprensión del modo en que el niño ha vivido y significado su vida nos da las pautas (y que son arquetípicas) necesarias para trabajar con un adulto que, habiendo desatendido su mundo interno en pos de la adaptación, busca la completa expresión consciente de su camino propio.

REFERENCIAS

-Sassenfeld, A. (2012a). Algunos aspectos generales de la teoría de Jung . En A. Sassenfeld, El desarrollo humano en la psicología analítica jungiana (pp. 4-8). Saarbrücken: Editorial Académica Española.

-Sassenfeld, A. (2012b). El modelo estructural y la teoría de la individuación. En A. Sassenfeld, El desarrollo humano en la psicología analítica jungiana (pp. 14-36). Saarbrücken: Editorial Académica Española.

-Sassenfeld, A. (2012). El desarrollo humano en la psicología analítica junguiana. Saarbucken: Editorial Académica Española.

- Sassenfeld, A. (2007). El complejo, los orígenes relacionales de la subjetividad y lo inconsciente. En M. Abalos (Ed.), Aportes en psicología clínica analítica jungiana (pp. 25-40). Volumen I. Santiago de Chile: Universidad Adolfo Ibáñez.
-Sassenfeld, A. (2014) La psicología analítica junguiana y el desarrollo de la personalidad. Cátedra  Magister en psicología analítica Junguiana, año 2014.  Universidad Mayor. Santiago: Chile.

-Sidoli, M. (1988). Analysis: a space for separation. En Sidoli, M. and Davis, M.   (pp. 107 – 128). Junguian child  psychotharerapy.. Karnac. Books. London.

-Stein, M. (2004) El mapa del alma, según Jung. Ediciones Luciérnaga, Barcelona.

-Jung. C. (1940). Sobre la formación de la personalidad. En C.G. Jung, La realidad del Alma. Buenos Aires: Editorial Losada.

-Jung, C.G., (1934) Consideraciones generales sobre la teoría de los complejos, en  Jung, C.G. (2004), La dinámica de lo Inconsciente,  Madrid: Trotta, OC 8.

-Jung. C. (1910). Introducción al libro de francés G.  Wickes. Análisis del alma infantil. En C. Jung  Sobre el desarrollo de la personalidad. Obras completas v 17. Editorial Trotta. Madrid. España.

-Kalsched, D. (1998). Afecto, ansiedad y defensa de carácter arquetípico en pacientes que han sufrido traumas tempranos. En A. Casement (Ed.), Post-Jungians Today: Key Papers in Contemporary Analytical Psychology (pp. 83-102). London: Routdledge.


*Imagen: Paul Klee