Toda Obra implica un trabajo, y todo
trabajo involucra dedicación, cuidado, voluntad y preparación. Es
de especial interés para aquel que escribe algo, sea cual sea su
temática, que aquello que escribe tiene algo de vital importancia
que necesita ser expresado fuera de sí mismo. El ser expresado
implica en ello sacar hacia afuera lo que estaba dentro, y con ello
ponerlo a disposición de los otros. Podríamos casi decir que cuando
alguien se encuentra con algo que es de una importancia vital,
necesita ser manifestado y comunicado, casi como un sueño que causa
consternación al soñante. Lo mismo me parece cuando se escribe un
libro o se dibuja un pintura o se realiza cualquier trabajo creativo.
Me pregunté el para que escribir algo.
¿Por satisfacción personal? ¿o porque tenía algo importante que
comunicar a los demás? ¿o porque quizás sentí estaba frente a una
verdad de mi propia subjetividad y ello requería ser observada desde
una mayor distancia, lo que me permite escribirla?. Esto nos lleva a
la pregunta: ¿Porque el escritor necesitó escribir? ¿Porqué el
escritor necesitó hacer su pintura?.
Estas preguntas me hicieron y me hacen
preguntar acerca de ¿qué es lo que mueve a los seres humanos a
hacer lo que hacen? Y ¿Porqué hacen cosas que a veces no quieren
hacer? Y ¿Porqué no hacen aquello que quisieran hacer?. ¿Hay una
instancia, algo que vive en el ser humano que ni siquiera el mismo
conoce, pero que define su destino?.
Lo que sé es que como persona no
siempre decido lo que me pasa, no decido tener un sueño, ni que me
de hambre, ni enamorarme, esto solo me sucede, acontece, se me
presenta, por ende debo aceptar que gran parte de mi vida no la
dirijo a mi voluntad. Sin embargo también me doy cuenta que puedo
elegir, que de aquello que se me presenta lo tome o no, en ello si
tengo responsabilidad. Y entonces surge la pregunta de si un escritor
es o se hace, y aquí entramos en un campo que el existencialismo se
ha dedicado a explorar en profundidad y es acerca de lo que llaman
esencia.
Aquello que a cada
cual lo constituye y lo vuelve particular, lo hace ser uno mismo como
diría Jung.
Al parecer, sea
como sea, si la esencia viene a priori en una persona o si
esta se hace en el acto sagrado de ser-en-el-mundo de Heidegger.
Este parece ser de todas formas, un acto de autodescubrimiento.
Por experiencia al
menos he constatado que quién vive sin consciencia de esto en su
vida, al menos tratando de responderse algunas preguntas sobre su
existencia, sufre las consecuencias de una psique enclaustrada en las
preocupaciones de la vida cotidiana contemporánea, del automatismo
de una vida seca, carente de sentido, donde la mayor preocupación es
tener dinero, trabajo, una familia e hijos, y la pregunta del Para
Qué nunca se ha
planteado, solo se buscan estos fines “porque eso se dice que uno
tiene que hacer y tener”. Con ello la persona vive hacia afuera y
cercena una parte de sí misma, su profundidad, interioridad y las
consecuencias de ello, muchas veces es la enfermedad.
Cuan
crucial se hace pensarse a
sí mismo y reflexionar al menos en algún grado sobre la propia
existencia, sobre la vida, la muerte, sobre todo de esta última. El
cuerpo que habito se torna algo más que un cuerpo cuando pienso
sobre la muerte. Pasemos
un día entero pensando en que en algún momento me voy a morir y
viviré el día de manera distinta, mejor aún si vivo con la muerte
en mi conciencia todos los días. Hacer este ejercicio es vivir con
una conciencia expandida.
Con
todo esto solo busco introducir al lector a la idea que sustenta mis
motivaciones más profundas, producto de años (aunque no son muchos
los que tengo actualmente) de reflexiones en torno al sentido de
vivir. Con los años de estudio de distintas disciplinas
espirituales, prácticas, ejercicio de la psicología, conversaciones
con colegas, amigos, profesionales de distintas disciplinas y
lecturas de textos
esenciales de
tradiciones herméticas, de escuelas iniciáticas, me he ido
permeabilizando con una visión de la existencia, con un sentido de
mayor trascendencia, entendiendo esto como el encuentro del propio
sentido del para qué.
¿Para que vivo?. Hoy en
día me respondo ello con la palabra que los alquimistas utilizan
para denominar a aquello que está en constante cambio y perfección,
la depuración.
Mi existencia se justifica con el hecho de pensar en el sentido del
desarrollo, constante e irrefrenable y paradógico proceso.
Entendiendo desarrollo como un justamente proceso en tanto “algo”
cambia su estado anterior, por uno nuevo, pero que no deja de ser él
mismo, pero sí cambia o transfigura una parte de sí mismo. Si así
lo entendemos, es imposible que alguien no esté en desarrollo a
pesar de que su sensación en algún momento sea la de sentirse
“estancado”. Aún así nos queda la posibilidad de ver ese
estancamiento como parte del proceso de desarrollo que incluso si
surge es porque en ese momento en que se encuentra, es necesario,
pero no suficiente y esa
incomodidad en ese estado pulsa a que el desarrollo necesariamente
deba continuar. El conflicto muchas veces está en el cómo y es a
esa conflictiva a la que se debe responder. “Tras
mi mucho sufrir y gran martirio/he resucitado/transfigurado/y libre
de toda mácula”- El resucitado. (Paracelso, en Jacobi, p.314).
Es
la búsqueda de este sentido lo que a mí parecer debe ayudar la
psicoterapia, no decir como un otro debe proseguir sino mas bien
acompañar a un otro a responder a esas preguntas. Cuando digo
responder a esas preguntas, no me refiero necesariamente a un proceso
intelectual de reflexión; sabemos por sobre todo que la psicoterapia
es un proceso que involucra al cuerpo, las emociones, la cognición y
el estar en relación, pero que el cambio es un proceso afectivo en
gran medida, y es desde esta perspectiva que el sentido toma
importancia, no como proceso cognitivo solamente, sino como proceso
biopsicoafectivo donde el sentido puede llamarse sensación
de sentido, algo incluso
no racional, pero que trae consigo una resolución a la tensión
afectiva que se trataba en la psicoterapia, lo que muchas veces en
primera instancia no involucra un entendimiento desde el pensamiento.
¿Pero cómo esa sensación de no tensión afectiva que se sentía
con anterioridad puede ayudar a generar sentido a la experiencia?.
Ya
hemos hablado sobre el proceso de desarrollo como motor que da
sentido a la existencia . Justamente la sensación de que “puedo
seguir desarrollándome”, trae sentido a la existencia. Visto de
este modo la sensación de que puedo continuar siendo, abre la
posibilidad a seguir experienciando-me y experienciando-los y esto
abre la posibilidad a muchas opciones más, de Ser-en-el-mundo.
Lo
que digo en este momento es que el poder abrir el campo experiencial
que fomenta en la vida un buen y adecuado desarrollo y expresión en
el mundo trae sanación. Esto
está sustentada en la idea alquimista de que el fundamento de una
vida sana es aquella que sigue los preceptos de la naturaleza y se
esfuerza por perfeccionarla. La vida en la naturaleza se abre paso al
desarrollo. Y este es cambios, ciclos y aquello que está en
constante cambio, está vivo. La
psicoterapia aboga por la vida. La
psicoterapia es hermana de la naturaleza. Igne
Natura Renovatur Integra.
“Ningún
Arte nos es dado por Dios que no lleve en sí la necesidad de su
perfección.” (Paracelso, en Jacobi, 2007, p. 170)
Referencias
-Jacobi, J. (2007) Textos esenciales. Paracelso. Edit. Siruela. Madrid: España.