Introducción

El blog tiene la intención de esparcir conocimiento en áreas como la psicología, espiritualidad y misticismo, la información tendrá como fuente autores relacionados con las temáticas anteriormente señaladas, ademas de mi propia autoria. La finalidad no es dar información o conocimiento que yá se conoce sino contribuir con el mismo según mi propio trabajo y reflexión ,por su misma naturaleza las palabras expresadas serán de un aliento hipotético, sin fin de absolutismos ni caracteres de verdades únicas.Que este blog contribuya no solo al autoconocimiento, sino a la reflexión de cada uno de los lectores, en planos tan altos como el espiritual hasta el tan cotidiano terrenal.

miércoles, 22 de abril de 2015

LA PSICOLOGÍA ANALÍTICA JUNGUIANA Y EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD




Una de las consideraciones más esclarecedoras respecto a la teoría junguiana y el desarrollo de la personalidad, es que esta comienza por ser definida en términos de metas, apuntando, según la etapa del desarrollo en que se encuentra el individuo al logro de ciertas funciones.
Dentro del desarrollo de la vida de un individuo, Jung separó ésta en un primer y segundo momento.

Dentro de la primera mitad de la vida, esta debía apuntar a la resolución de problemáticas biológicas, psicológicas y sociales, por lo tanto, el trabajo psicológico apuntará hacia el manejo de los impulsos, los deseos sexuales, las sensaciones, entre otras manifestación psicosomáticas.
Dentro de esta primera etapa, el desarrollo impone a la conciencia una cierta direccionalidad o movimiento que va desde adentro hacia afuera del individuo. Por ello, en una primera etapa el niño o adolescente tiene que adaptarse al mundo, es decir, cumplir con demandas de este, realizando conexiones entre lo que dentro de su personalidad exige y lo que su contexto exterior va imponiendo mientras se va desarrollando.
Por lo tanto se trata de un progresivo desarrollo psíquico y equivale a la expansión o ampliación de la conciencia, la cual se desarrolla en forma de diferenciación de ciertas funciones (Jung, en Sassenfeld, 2012a, p.5). Es un proceso guiado por la tendencia intrínseca y espontánea hacia la actualización de potencialidades latentes del organismo y con intenciones orientadas hacia el proceso de individuación.

Así observamos una cierta tendencia en la primera mitad de la vida a la unilateralidad de la psique y la fundamental importancia del desarrollo del Yo, para establecer y poder lograr un óptimo desarrollo de la personalidad. En la primera mitad de la vida se desarrollan más funciones que otras, existe una necesidad de adaptación externa. Al respecto, Sassenfeld (2012b) destaca la particularidad de este periodo, en donde lo primordial recae en la necesaria adaptación al mundo, lo cual impone a la conciencia una direccionalidad que va desde adentro hacia afuera. Esto se verá reflejado en que la tarea principal del infante en esta etapa, es la necesaria diferenciación de su conciencia  de la de sus cuidadores.
En este sentido, Sidoli (1984) siguiendo a Fordham manifiesta que el infante “es principalmente inconsciente en estas tempranas etapas de vida, pero no totalmente inconsciente, a menudo en los estados de identidad, pero no todo el tiempo” (p. 140). Este ir y venir entre estados de conciencia e inconsciencia que manifiesta la autora, tendría la función de que el infante vaya conociendo activamente los estados emocionales de la madre.

Considerando lo anterior, podemos comprender el desarrollo como un proceso a lo largo de la maduración del individuo en donde este va sobrepasando ciertas etapas y por ende las problemáticas o trastornos psicológicos serán entendidos como resultado de procesos del desarrollo que no fluyen con naturalidad. Los síntomas desde esta perspectiva vendrían siendo sustitutos de procesos “estancados” necesarios para la individuación y que el paciente ha tratado de evitar (Hall, 1986, en Sassenfeld, 2012). Desde esta perspectiva, los síntomas son necesarios y la neurosis se configura como algo que forma parte del desarrollo normal, dado que la inevitable unilateralidad de la psiquis en los primeros años de vida trae como consecuencias una disociación de la personalidad.
Otro punto importante a destacar, es que Jung no solo se dio cuenta que lo inconsciente posee una parte que ha sido reprimida o disociada de la conciencia por su carácter de incompatibilidad con esta, debido principalmente a vivencias intensamente cargadas de emoción (Kalsched, 1998; Sassenfeld, 2007; Stein, 2004), sino que además posee contenidos que nunca han llegado a ser conscientes. A estos contenidos Jung (2004) denominó como arquetípicos,  provenientes de una parte del inconsciente, que a diferencia del inconsciente personal donde se hallarían los complejos personales (partes del psiquismo subjetivo), estos pertenecen a un inconsciente colectivo y por ende comunes a toda la humanidad.
El carácter colectivo de los arquetipos no quiere decir que estos representen lo mismo para un conjunto de individuos, el arquetipo es el mismo, pero el significado para cada imagen arquetípica (representación subjetiva que cada sujeto posee) va a variar según la propia historia del individuo y que va a dotar a cierta imagen, una valoración conforme su propia experiencia de vida. A partir de ello “entenderemos que los símbolos que encarnan estos arquetipos, se llaman arquetípicos” (Carrasco,  2007,p.81).

Así entenderemos que estas pautas arquetípicas y su interacción con el ambiente, así como la asimilación e integración de los elementos inconscientes en la estructuración de la personalidad; son denominadas “intenciones arquetípicas” (Stevens, 1990, en Sassenfeld, 2012) o “personalización secundaria” (Neumann, 1949a, 1949b en Sassenfeld, 2012); Se trata de vivencias arquetípicas  que terminan por convertirse en la estructura y dinámica de la psique. Los padres aparecen como las principales figuras representativas en la primera infancia de arquetipos influyentes en la psique del niño, para con el tiempo ir creando su imagen individual en el complejo materno y paterno, y la posterior  formación de las instancias psíquicas: máscara-sombra, anima-animus como mapa intra-psíquico de las dinámicas del ser humano en formación.
La relevancia de estas consideraciones dan cuenta de un modelo fundamentalmente más amplio y abarcador. Es habitual encontrar teorías del desarrollo de la personalidad que se estructuran en etapas o ciclos, pero lo que no es habitual (y particular de esta teoría) es la definición de personalidad que propone Jung, la cual pone en un lugar predominante la participación del inconsciente en los primeros años de vida y en la configuración de la personalidad. Por lo tanto, la infancia se posiciona como rectora del destino de la persona:

“La infinitud del alma infantil preconsciente desaparece o se conserva con ella. Por tanto, los restos del alma infantil en el adulto son lo mejor y lo peor de él, y en todo caso forman el spiritus rector secreto de nuestras acciones y nuestro destino más significativo, ya seamos conscientes o no de esto.”  (Jung, 1910, p 44)
Vale aclarar que por destino se entiende,

un factor irracional que impele fatalmente a la emancipación del rebaño (…) la auténtica personalidad siempre tiene un destino, cree en él, lo venera como a un Dios (…) tener un destino significa, en sentido primitivo, ser llamado por una voz.” (Jung, 1940, p.170)

Por otra parte, en cuanto a significación teórica, resaltan los conceptos de pautas de desarrollo arquetípicas innatas, que lejos de concebirse como estereotipadas, más bien nos habla de “estructuras arquetípicas de la conciencia que son al mismo tiempo universales en sus formas y fundamentales y únicas en sus manifestaciones individuales” (Stevens, 1990, en Sassenfeld, 2012, p.5). Para Jung  la personalidad es la principal colaboradora  en el camino hacia la totalidad, y el despliegue de la personalidad, cuenta no solo con funciones específicas de la conciencia, sino también con una naturaleza intrínseca, auto-actualizante y arquetípica que nos brinda las pautas para un desarrollo y despliegue total del ser humano. Al hablar de despliegue total hablamos de la máxima posibilidad de autenticidad de la personalidad con intenciones hacia la individuación. “Personalidad equivale a decir suprema realización del carácter ingénito de determinado ser viviente” (Jung, 1940, p.164)

En relación a la relevancia clínica el aporte más importante está dado por una concepción de que los cuadros clínicos desde el punto de vista analítico, son una llamada de “alerta”, ya que los síntomas neuróticos o psicóticos podrían estar indicando la sustitución de un paso necesario para la individuación que el paciente ha tratado de evitar (Hall 1983, en Sassenfeld, 2012, p.38); un sistema psíquico auto-regulador que se activa cuando las “intenciones arquetípicas” se ven frustradas, lo cual significa tanto desde la perspectiva del terapeuta como del paciente, la confianza en un proceso que es natural y que colabora con las propias tareas evolutivas del niño y del adulto que en realidad no es más que “un niño eterno que sigue formándose, que nunca estará terminado y que necesita constante cuidado, atención y educación.” (Jung, 1940, p.162)

Por otra parte, esta concepción del desarrollo de la primera mitad de la vida apunta a una especial atención a lo intra-psíquico  y a las configuraciones de un psiquismo, que aunque dinámico, asentará las bases para todo desarrollo posterior. Por lo tanto, la comprensión del modo en que el niño ha vivido y significado su vida nos da las pautas (y que son arquetípicas) necesarias para trabajar con un adulto que, habiendo desatendido su mundo interno en pos de la adaptación, busca la completa expresión consciente de su camino propio.

REFERENCIAS

-Sassenfeld, A. (2012a). Algunos aspectos generales de la teoría de Jung . En A. Sassenfeld, El desarrollo humano en la psicología analítica jungiana (pp. 4-8). Saarbrücken: Editorial Académica Española.

-Sassenfeld, A. (2012b). El modelo estructural y la teoría de la individuación. En A. Sassenfeld, El desarrollo humano en la psicología analítica jungiana (pp. 14-36). Saarbrücken: Editorial Académica Española.

-Sassenfeld, A. (2012). El desarrollo humano en la psicología analítica junguiana. Saarbucken: Editorial Académica Española.

- Sassenfeld, A. (2007). El complejo, los orígenes relacionales de la subjetividad y lo inconsciente. En M. Abalos (Ed.), Aportes en psicología clínica analítica jungiana (pp. 25-40). Volumen I. Santiago de Chile: Universidad Adolfo Ibáñez.
-Sassenfeld, A. (2014) La psicología analítica junguiana y el desarrollo de la personalidad. Cátedra  Magister en psicología analítica Junguiana, año 2014.  Universidad Mayor. Santiago: Chile.

-Sidoli, M. (1988). Analysis: a space for separation. En Sidoli, M. and Davis, M.   (pp. 107 – 128). Junguian child  psychotharerapy.. Karnac. Books. London.

-Stein, M. (2004) El mapa del alma, según Jung. Ediciones Luciérnaga, Barcelona.

-Jung. C. (1940). Sobre la formación de la personalidad. En C.G. Jung, La realidad del Alma. Buenos Aires: Editorial Losada.

-Jung, C.G., (1934) Consideraciones generales sobre la teoría de los complejos, en  Jung, C.G. (2004), La dinámica de lo Inconsciente,  Madrid: Trotta, OC 8.

-Jung. C. (1910). Introducción al libro de francés G.  Wickes. Análisis del alma infantil. En C. Jung  Sobre el desarrollo de la personalidad. Obras completas v 17. Editorial Trotta. Madrid. España.

-Kalsched, D. (1998). Afecto, ansiedad y defensa de carácter arquetípico en pacientes que han sufrido traumas tempranos. En A. Casement (Ed.), Post-Jungians Today: Key Papers in Contemporary Analytical Psychology (pp. 83-102). London: Routdledge.


*Imagen: Paul Klee