Psicodrama
y transferencia
*Imagen:
Paul Klee
Desde estas consideraciones vamos viendo como el proceso en psicoterapia se complejiza más y el cambio abarca mayores dimensiones de las que creíamos posibles.
Respecto
a las consideraciones que el psicodrama hace del fenómeno de la
transferencia, no se aplica exclusivamente al vínculo terapéutico,
y consecuente con el yo – tú de la filosofía del momento de Buber
(Bello, 2000), no podríamos hablar de contratransferencia, ya que
este término alude al efecto que el paciente ejerce sobre el
terapeuta y que toda respuesta que el terapeuta manifieste es
producto de la re-acción a los propios contenidos del paciente, esta
omisión de la propia historia de quién está puesto en lugar del
terapeuta, no es posible si seguimos los principios epistemológicos
y filosóficos del psicodrama. Más bien, esta hace referencia a una
concepción espacio temporal donde presente/pasado/futuro se
estructuran en un continuo que no “es, fue y será” sino “está
siendo” en el momento presente del aquí y ahora. Del mismo modo,
la dimensión espacial contiene historias tanto del terapeuta como
del paciente que emergen y se actualizan constantemente en dicho
espacio del aquí y ahora (Rojas-Bermúdez, 1987). Desde este punto
de vista para la terapéutica psicodramática no es relevante la
linealidad de los hechos en tanto causa efecto, sino la circularidad
como continuo temporal de un proceso, lo cual está en directa
complementariedad en como Jung consideraba el abordaje de los
fenómenos psíquicos, en tanto manifestaciones de lo inconsciente
que no están sujetos al espacio-tiempo, no por ello dejando de lado
la historicidad de los hechos biográficos personales.
Para
dar respuesta al fenómeno transferencial surge el concepto de tele,
que Moreno lo definió como la capacidad de percibir, de manera
objetiva, lo que ocurre en las situaciones y lo que sucede entre las
personas que en psicodrama hace referencia a la empatía recíproca,
que conlleva aspectos compasivos, pero no necesariamente de simpatía.
De esta manera, en la terapia psicodramática se busca el equilibrio
entre el análisis de la transferencia y el tele y los contenidos
contingentes (Reyes, 2007).
Según
Bustos (1985), el cuerpo teórico básico del psicodrama es la
sociometría, que en términos generales es una teoría de las
relaciones interpersonales que se centra en la dinámica vincular de
las personas,
Los
seres humanos se vinculan a partir de tres signos básicos: el
positivo, negativo y neutro. La coincidencia en un vínculo de dos
signos de la misma denominación se llama mutualidad, la elección
con dos signos diferentes, incongruencia (…) Todo vínculo se
realiza a través de un rol con su rol complementario… Los roles se
agrupan en conjuntos a través de similitud funcional que se
denominan clúster (Bustos, 1985, p.17)
Íntimamente
ligado a la dinámica vincular aparece el factor
tele aludido
anteriormente. Al respecto Bustos enuncia que el factor
tele correspondería
a toda transacción que se pudiese dar entre personas, y que de éste
derivan dos caminos: el tele que aseguraría la correcta percepción
recíproca al que da lugar el encuentro;
y la percepción distorsionada del otro que daría lugar a la
transferencia. Al respecto enuncia lo siguiente:
El
indeseable aspecto transferencial del factor tele es, sin embargo, un
importante indicador que conduce la terapia hacia donde es necesario
dirigirla. Denuncia las figuras internas a los que los roles han
quedado fijados. Es así que el vínculo terapéutico se asienta en
el aspecto Télico de la comunicación. (Bustos, 1985, p.17)
Como
ya se sabe, evolutivamente el ser humano se desarrolla a partir de un
complementario primario del cual se hace necesario diferenciarse en
busca de nuevos complementos. Mientras más roles complementarios y
sanos logre ejercer un sujeto, mayor será su grado de salud.
Siguiendo
esta idea, el factor tele y transferencia considerado en el paradigma
psicodramático, impulsa a realizar paralelos entre los
planteamientos de Jung respecto a los fenómenos posibles de emerger
en el campo transformativo, ya que ambas teorías permiten
profundizar en los fenómenos relacionales que se observan ya sea en
una imaginación activa, en el trabajo con sueños, en una relación
diádica como así también en una dramatización, ya sea de una
escena de la historia biográfica, del trabajo con los sueños o de
la amplificación dramática de un motivo colectivo como un mito,
cuento, película, etc.
Desde
esta perspectiva, pudiéramos hablar de un campo
transformativo psicodramático.
Y en este espacio el lenguaje es cognitivo, afectivo y corporal, es
decir, una triada psicodramática, donde drama tiene un sentido de
drama=acción, es poner la psique en movimiento, donde indudablemente
no podremos dejar el cuerpo de lado.
En
este sentido, Fernández (2013) menciona que,
La
dramatización descompone como un prisma una multiplicidad de
aspectos que se expresan en imágenes que configuran interpretaciones
desde diferentes dimensiones: conceptuales, sensoriales, afectivas,
emotivas, intuitivas, axiológicas. Es así como la evocación de las
imágenes y su representación permite no solo la elaboración de las
situaciones conflictivas, sino también la expresión de las
posibilidades latentes (p. 33).
En
este sentido, la triada psicodramática forma parte de un aspecto
fundamental de la teoría Moreniana. Consiste en que el ser humano se
constituye como tal a partir de tres dimensiones fundamentales, y si
bien cada una de ellas opera desde mecanismos propios, no hay
preponderancia de ninguna por sobre de las otros dos; es decir,
mente, cuerpo y afectos ocupan un lugar igualmente trascendente y
determinante en la estructura del sujeto.
Esto
no significa que no haya distinción alguna respecto de las funciones
que cumple cada dimensión, y de cierta forma el camino evolutivo del
sujeto ya descrito anteriormente, además del logro de la autonomía,
la adopción de roles sociales y la flexibilidad en los mismos,
tendrá que ver con la capacidad de sentirse integrado, tanto en lo
que ocurre a nivel mental, corporal y emocional. Estas incongruencias
o congruencias que puedan aparecer en la relación con el terapeuta,
emergen a modo de transferencia o tele.
Referencias:
-
Bello, M. (2000). Introducción al pensamiento de J.L Moreno. México: Editorial Colibrí.
-
Bustos, D. (1985). Nuevos Rumbos en Psicoterapia Psicodramática. Buenos Aires: Editorial Momento.
-
Fernández, N. (2013) Psicodrama Arquetipal. Edit. Escuela venezolana de Psicodrama. Caracas, Venezuela.
-
Rojas-Bermúdez, J. (1987) ¿Qué es el psicodrama? Buenos Aires: Editorial Paidós
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