“Un encuentro de a dos: ojo a ojo, cara a cara,
y
cuando estés cerca arrancaré tus ojos
y
los colocaré en el lugar de los míos
y
tu arrancarás mis ojos y los
colocarás
en el lugar de los tuyos,
entonces
te miraré con tus ojos
y
tú me mirarás con los míos.”
(Moreno,
1995, p.15)
La función simbólica y las técnicas expresivas
La función simbólica y las técnicas expresivas
La
actitud simbólica está referida a la capacidad del ego para poder
adoptar una postura hacia los contenidos de la psique, que fomenten
una relación de cooperación con respecto a lo que emerge desde lo
inconsciente (Byington, 2009; Dieckmann, 1990). Para poder incorporar
los contenidos que el ego percibe a través de un objeto interno o
externo, este adopta una actitud particular en como significa esa
experiencia. Esta traducción del estímulo o imagen que alcanza a la
conciencia puede ser tomada de manera literal, concreta y objetiva,
dentro de lo cual las posibilidades de interpretar cierta vivencia
puede ser reducida a lo que el yo interpreta de ello. Sin embargo,
una actitud simbólica involucra que esa misma vivencia puede adoptar
significados y una comprensión muy diversa y desde muchas aristas
diferentes, ya que al ser considerada por el yo desde una
interpretación subjetiva, esta puede adoptar diversos significados,
pudiendo ser amplificada la experiencia más allá de lo que
concretamente sucedió (Dalett, 1984). Por ejemplo, un sueño donde
la persona ve que un camión se acerca por la carretera y este camión
se cae por el barranco y el soñante despierta muy asustado. Pudiera
este hecho ser interpretado de dos maneras diferentes. Una tomar el
sueño de forma objetiva y concreta donde el soñante piense
efectivamente que en algún momento pudiese verse enfrentado a un
accidente automovilístico con un camión. Si esa vivencia onírica,
es observada por el ego de manera simbólica, el sueño adopta una
complejidad aún mayor, lo que aparece en el sueño no es reducido a
la interpretación literal, sino más bien es circunvalada por el
ego. Observa como el conjunto de símbolos que aparecen en el sueño
como el camión, la carretera, la sensación y emoción del soñante,
los colores, momentos del día en el sueño, entre otros elementos,
permiten que el ego pueda extraer de esa vivencia un conjunto de
significados ampliados y que relacionados entre sí, configuran la
totalidad del sentido del sueño, desde qué significa para el ego,
los símbolos que emergen. Esto puede ser llevado a cabo a través de
los sueños, de una manera particular de moverse, de una pintura, de
un conjunto de colores, de sonidos, de un poema y de imágenes
mitológicas entre otras manifestaciones.
Desde
este punto de vista, las técnicas expresivas, nos permiten hacer
esta conexión para que emerjan contenidos desde lo inconsciente y el
ego advierta la posibilidad de ampliar los significados que atribuye
a su experiencia interna, viéndose enriquecida la posibilidad de
sentido a su vivencia a partir de esta actitud simbólica.
Uno
de los métodos que últimamente han emergido dentro del campo de la
psicoterapia que intenta unificar la relación entre la función
simbólica y la expresión corporal como puente en la elaboración de
conflictos internos y relacionales ha sido el psicodrama arquetipal,
también denominado, psicodrama individuativo, psicodrama
analítico-sintético, o de orientación moreneano-junguiano.
(Fernández, 2013).
Este
método según Fernández (2013) se caracteriza principalmente en la
elaboración simbólica que hemos tratado con anterioridad y en los
arquetipos, “utilizando la amplificación de imágenes que van
surgiendo en el transcurso del procedimiento psicodramático” y
que “permiten hacer contacto con lo irracional del inconsciente
y romper con la racionalidad y el intelectualismo” (p. 31).
Siguiendo
a la autora, esto es generado gracias a la comunicación de
experiencias íntimas de un protagonista, que hace de emergente
grupal, en cuanto la historia de su propio mundo interno es
expresada en el grupo a través de la acción y en donde los yo
auxiliares, es decir, las demás personas que participan como
testigos o como dobles de la escena, pueden ir generando su propia
catarsis o elaboración de temáticas que hablan a la vez de su
propio mundo interno y relacional.
Sin
embargo, ¿cuál es el papel que cumple el cuerpo dentro de todo
esto?
Desde
la psicología analítica, es considerada la sanación en el momento
en que la personalidad del individuo puede continuar con su proceso
de individuación, sin que ciertos complejos personales ejerzan una
influencia tal en la conciencia, que este se vea paralizado, limitado
en la expresión sana de sus posibilidades de desarrollo. Es por
esto, que el trabajo de psicoterapia involucra la elaboración de
experiencias que han quedado fijadas en la psique y que muchas veces
sustrae la energía disponible en esta para poder continuar creciendo
y desarrollándose. Estas vivencias alojadas en los complejos
implican la necesidad de poder contactarse con contenidos de lo
inconsciente de una manera que sean tolerables y posibles de elaborar
por el yo, ya que si esto no sucede y los elementos que emergen del
inconsciente resultan muy amenazantes para la personalidad, este hará
que emerjan mayores defensas psíquicas y no se pueda elaborar los
contenidos necesarios. Las técnicas expresivas, posibilitan
acercarse a contenidos inconscientes de una manera que propician el
movimiento de la conciencia y del yo de una manera paulatina
(Sassenfeld, 2010), menos amenazante si estas son llevadas a cabo
cuidadosamente, ya que por sí solas, las técnicas expresivas no
generan la elaboración de la conciencia respecto al contenido
inconsciente, sino que estas deben ir acompañadas de un espacio y
lugar donde el yo se sienta “cómodo” para entrar en la
experiencia.
Podríamos
considerar este espacio a modo de un themenos, lugar que en la
antigüedad era considerado un espacio sagrado de unión con lo
trascendente. En la psicoterapia este espacio está dado por el
setting o lugar en donde se realiza el proceso de psicoterapia. En
cuanto al psicodrama este themenos analítico “es el espacio
sagrado, reservado para la representación de las escenas”
(Fernández, 2013, p. 32). En psicología analítica vemos como
este themenos Jung lo denominó como el campo transformativo,
en donde la relación terapeuta-paciente se da tanto en los ámbitos
conscientes como inconscientes. Sabemos al respecto, que a lo
consciente hacemos alusión a todas las emanaciones de la psiquis, ya
sean, expresiones en forma de actitudes y reacciones hacia sí mismos
o hacia el mundo que conocemos de nosotros mismos (Stein, 1984). Sin
embargo, en el campo de lo inconsciente emergen continuamente
contenidos en donde ni paciente ni terapeuta alcanzan a percatar que
es lo que está sucediendo entre ambos, desde ahí que la
transferencia sea mutua, y el concepto de campo transformativo sea un
mejor concepto para definir lo que sucede en una escenificación
psicodramática.
Referencias:
-
Byington, C. (2009) Introducción al Estudio de las Técnicas Expresivas por la Psicología Simbólica Junguiana en Psicopatología Psicodinámica Simbólico- arquetípica 2 Montevideo: Prensa Médica Latinoamericana, p. 103-123.
-
Dieckmann, K. (1990) Methods in Analytical Psychology Illinois: Chiron Publications: Cap.13: Active Imagination, pags. 183-191.
-
Fernández, N. (2013) Psicodrama Arquetipal. Edit. Escuela venezolana de Psicodrama. Caracas, Venezuela.
-
Moreno, J.L. (1995). El Psicodrama, Terapia de acción y principios de su práctica. Editorial Lumen. Buenos Aires: Argentina.
-
Sassenfeld, A. (2010) El Lenguaje del Cuerpo como “Técnica Expresiva” en la Psicología Analítica. En M. Abalos (Ed.), Aportes en psicología clínica analítica junguiana (pp.129-143). Volumen III. Santiago de Chile: Universidad Adolfo Ibáñez.
-
Stein, M, (1984) Junguian Analysis London: Shambhala.
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